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El Sendero de Suzuki Roshi

By: Norman Fischer, Zoketsu Norman Fischer | 11/07/2007
Location: Green Gulch Farm, Tassajara Zen Center
In Topics: Everyday Zen
En esta plática, Norman propone algunas enseñanzas y actitudes que caracterizan la manera única que tuvo Susuki Roshi para enseñar el Zen en Occidente.

 

El Sendero de Suzuki Roshi
por Zoketsu Norman Fischer

Plática otorgada en Green Gulch, 2/21/99 & 2/22/99

Hace ya varios años que tenemos el libro sobre las primeras pláticas de Suzuki Roshi, Zen Mind, Beginner’s Mind (Mente Zen, Mente de Principiante) editado por Trudy Dixon. Este libro, como seguramente ustedes ya saben, es el libro sobre Budismo de mayor venta en la historia del mundo occidental. Nunca ha llegado a ser un best seller, pero se ha vendido de manera constante durante los últimos 27 años y cada año aumenta el número de ejemplares vendidos. Se ha traducido a muchos, muchos idiomas y ha sido editado muchas, muchas veces. Seguramente, al igual que la Biblia, nunca dejará de editarse. A pesar de todos los cambios en el mundo y de todos los cambios dentro del Dharma Occidental, Zen Mind, Beginner’s Mind aún está vigente. Yo pienso que esto es debido a que existe algo en el sendero de Suzuki Roshi, algo en el espíritu Zen de Suzuki Roshi que nos llega a todos nosotros como particularmente cálido y genuino. Aún cuando no entendemos exactamente lo que está tratando de decirnos, sentimos lo real y sincero de sus palabras. Las palabras de Suzuki Roshi, al igual que su práctica y su vida, no son espectaculares o emocionantes, ni particularmente brillantes o poéticas. Son bastante sencillas y realistas. Sin embargo, tienen una fuerte y casi, podríamos decir, universal atracción. De alguna manera se sienten muy ciertas. Prácticamente todos los linajes Budistas en el Occidente honran a Suzuki Roshi como el gran maestro fundador de Occidente. A pesar de que en Japón no era famoso o particularmente reconocido como maestro, al encontrarse con la mente occidental, su práctica y sus enseñanzas, crearon algo que es lo suficientemente fuerte como para trascender el Zen Soto japonés e incluso para trascender el Budismo.

Varias veces me he preguntado por qué es que después de todos estos años no hemos podido producir mas libros buenos de los archivos de Suzuki Roshi. Quizás sea porque estábamos demasiado ocupados o porque Zen Mind, Beginner’s Mind nos intimidaba, o será que queríamos que se sostuviera por sí solo, un libro delgado, representante de todo lo que Suzuki Roshi enseñó. Hay algo bello en todo esto, pero al mismo tiempo parece que también sería bueno beneficiarnos de mas enseñanza de Suzuki Roshi y me alegra que ahora esto será posible. Acaba de salir un nuevo libro, Crooked Cucumber (Pepino Torcido) de David Chadwick. Es una biografía y contiene por primera vez, en forma escrita, muchos de las anécdotas que hemos estado relatando durante años acerca de Suzuki Roshi. Pronto también tendremos bajo la forma de un libro las conferencias de Sandokai en las que Suzuki Roshi habla sobre un texto fundamental del Zen Soto. Y Ed Brown también esta trabajando en una colección de pláticas recientes de Suzuki Roshi, por ahora un excelente manuscrito.

También tenemos ahora por primera vez cassettes de algunas de las platicas de Suzuki Roshi. Y también estamos tratando de reunir dinero para preservar adecuadamente los archivos de SR. En su mayoría esto se debe gracias a David Chadwick, cuyos esfuerzos incansables y casi obsesivos, nos han permitido llegar hasta aquí. Así que, pronto habrá mucho mas material disponible sobre las enseñanzas de Suzuki Roshi para estudiar y apreciar y esto me hace muy, pero muy feliz. Para aquellos de nosotros en el Centro Zen las enseñanzas de SR no son únicamente libros o cassettes o ideas, sino una forma de vida, una actitud o sentimiento profundo sobre la vida. Yo pienso que aquellos que estudiaron con Suzuki Roshi poseen esta actitud o sentimiento y que para ellos es algo muy fuerte que está íntimamente ligado con el afecto hacia él y con la vivencia que tuvieron de él. Pero parece ser que la actitud y ese sentimiento también se nos transmitió con éxito a aquellos que llegamos mas tarde y no tuvimos la oportunidad de conocer a Suzuki Roshi durante su vida. De cierta forma nosotros también hemos tenido la oportunidad de encontrarnos cara a cara con Suzuki Roshi en la realidad de nuestra propia práctica con nuestros propios maestros. Así que, tal parece que aquí en el Centro Zen y, en muchos otros lugares del mundo, el camino de SR sigue latiendo y creciendo.

En realidad el Budismo es una sola enseñanza. Aunque existen muchas formas de Budismo, muchas maneras de hablar acerca de las enseñanzas y muchas maneras de llevarlo a la practica, en realidad todas las formas de Budismo son solamente distintas maneras de hacer que la gente vea y tome conciencia de las verdades básicas sobre la vida humana que el propio Buda vio personalmente e intentó enseñar. Para cada era, para cada cultura e incluso para cada persona, debe haber una manera única de abordar el Budismo ya que, aunque la verdad puede ser siempre la misma, no hay verdad que sea independiente de una forma de expresión. Debido a que las personas son siempre distintas debe haber distintas formas de expresar la verdad Budista. En cada país a donde ha llegado el Budismo siempre hay personas que tarde o temprano, seguramente sin tratar de hacerlo, encuentran una expresión del Budismo que tiene sentido para la condición cultural particular que los formó. Esas personas no han creado un nuevo Budismo, solamente han encontrado una manera distinta de aclarar, de otra forma, lo que el Budismo ha estado diciendo todo el tiempo. En Japón Dogen Zenji es una de estas personas. Su enseñanza y práctica sobre el camino del Zen Soto son muy profundas y totalmente japonesas. Suzuki Roshi estudió las enseñanzas de Dogen con gran profundidad y basó su propio entendimiento en el de su gran predecesor. Con todo este nuevo material sobre Suzuki Roshi, se me ocurrió que quizá a medida que pase el tiempo veremos el Zen en el occidente como algo que surgió, al menos en gran parte, del camino de Suzuki Roshi.

El camino del Zen de Suzuki Roshi es el mismo que, pero a la vez es distinto a, otros estilos de Zen chino y japonés y también es el mismo que, pero diferente al Zen de Dogen. Pienso que a medida que pase el tiempo va a surgir una polémica interesante al intentar caracterizar el Zen de Suzuki Roshi y quizá los eruditos escribirán sobre este tema como lo han hecho durante años sobre las características del Zen de Dogen. Así que, a pesar de que cualquier caracterización va totalmente en contra del espíritu Zen – y especialmente en contra del camino de Suzuki Roshi – pensé que yo iniciaría la conversación e intentaría dilucidar cuáles son los puntos fundamentales del camino de Suzuki Roshi. Soy excelente para hacer listas de características de esto o aquello y a veces dichas listas son útiles temporalmente aunque a la larga definitivamente no lo son. Finalmente son solo cosas que inventamos, sin embargo también creamos nuestras vidas y luego, para nuestro propio detrimento, las tomamos demasiado en serio. Entonces, después de todas estas advertencias, y en un espíritu de conversación, que siempre implica un infinito dar y tomar, pensé que hablaría un poco sobre las ocho características del camino de Suzuki Roshi. Por supuesto son ocho características. No son siete ni nueve.

Ellas son: 1. No hay que tener expectativas 2. Una practica diaria diligente es iluminación 3. No apegarse a ninguna enseñanza; no hay nada especial que hacer o entender, cada momento es siempre nuevo (esto lo expresó Suzuki Roshi en la frase: “beginner’s mind” “mente de principiante”) 4. Zazen es lo más importante en nuestra practica y el verdadero zazen es toda nuestra vida 5. La bondad y la dureza no son dos cosas diferentes 6. Una relación cercana y cálida con un maestro 7. Entregarse por completo en toda actividad 8. Poner mucha atención en los detalles de forma, ya que la verdadera felicidad se encuentra aquí (una practica Hinayana con una mente Mahayana)

La primera característica es “no hay que tener expectativas”

Yo creo que la mayoría de las personas llegan a la práctica Budista con grandes expectativas. No llegamos al Cristianismo o al Judaísmo o a la religión Islámica con este tipo de expectativas y pienso que en Asia la mayoría de las personas modernas no se acercan al Budismo con la clase de expectativas que nosotros tenemos.

¿Qué esperamos? Supongo que esperamos un poco de iluminación, un poco de tranquilidad o un poco de algún tipo de felicidad o alivio o profundidad en nuestras vidas. Quizás esperamos algún tipo de experiencia sensacional o un poco de serenidad o sabiduría profunda. A lo mejor ni siquiera sabemos qué es lo que esperamos sino sólo que sí esperamos algo. Quizá estamos emocionados ante la expectativa de que algo va a suceder y no sabemos lo que es. Yo creo que tenemos estas expectativas porque el Budismo, y en especial la meditación Budista, es algo totalmente nuevo para nosotros. Lo vemos como una posibilidad para nuestras vidas. Probablemente esto sea cierto pero en ese caso cada momento contiene un sinfín de posibilidades sólo que nos hemos hastiado de las posibilidades. Debido a que el Budismo es algo nuevo para nosotros todavía no nos hemos cansado de él – aunque parece ser que algunos de los veteranos por aquí ¡ya están llegando a ese punto! Esa es nuestra práctica, tratar de no hastiarse a pesar de que estemos muy familiarizados con la enseñanza y nos quede poco idealismo.

De cierta forma nuestras expectativas son buenas, nuestra frescura es buena y yo pienso que Suzuki Roshi las apreciaba mucho. Él dijo que tenemos mente de principiante: en otras palabras, tenemos grandes expectativas pero realmente no tenemos ningunas preconcepciones, por lo menos ninguna basada en la experiencia. Como no sabemos lo que estamos haciendo cuando llevamos a cabo una práctica Budista, somos libres de esperar lo imposible. Todas nuestras preconcepciones son fantásticas e imaginarias. Esa es una mente fresca para una práctica y Suzuki Roshi desde que era niño quería venir a occidente para practicar con gente que tuviera ese tipo de mente fresca y con expectativas.

Por supuesto que después él nos enseñó a no tener ninguna expectativa, ninguna esperanza (a no esperar). Y esto fue, y todavía es, una buena enseñanza para nosotros precisamente porque tenemos tantas expectativas. Si podemos usar la energía y entusiasmo de nuestras expectativas para nuestra práctica y transformarlos en la no expectativa, entonces podremos practicar bastante bien. El punto fuerte de la expectativa es que produce energía y entusiasmo pero el punto débil es que nos lleva a la codicia, al apego y a la distracción que son lo opuesto a las enseñanzas de Buda. Si esperamos algo tenemos que estar completamente equivocados acerca de la naturaleza de la experiencia y la naturaleza de uno mismo y la naturaleza del tiempo. Creemos que necesitamos algo y que es posible que lo consigamos más adelante. O creemos que tenemos un problema y que más adelante quizás no lo tengamos. Creemos que Buda vivió hace muchos años y que nosotros vivimos ahora. Pero en realidad nada de esto es cierto, son sólo proyecciones persuasivas de nuestra mente. Lo que sí es cierto es que este momento surge ahora independiente de cualquier cosa y que todo está incluido en este momento. Buda y SELF están aquí y el problema y el no-problema están aquí. Si insistimos en tener la expectativa de que las cosas van a cambiar y de que de algún modo podemos hacer que cambien, entonces no entendemos realmente las cosas o el cambio. Si logramos entregarnos por completo a este momento – y luego a este momento y este momento – sin ninguna expectativa, entonces podemos tener algo de felicidad. No es necesario que nos enojemos con nosotros mismos por tener expectativas porque es bueno tener expectativas. Pero tenemos que usar la expectativa para ir mas allá de la expectativa. Quizá podríamos decir que no tener expectativas significa que siempre tenemos expectativas pero que lo que esperamos es la nada. Una de mis frases favoritas de Suzuki Roshi,, con la cual en una ocasión escandalizó a la gente durante una conferencia es: “los problemas que tienes ahora siempre los tendrás.” Y, en otra ocasión también dijo, “He descubierto que es necesario creer en absolutamente nada”.

La segunda característica de la enseñanza de Suzuki Roshi es “Una practica diaria diligente es iluminación.”

Como todos ustedes probablemente ya saben, la escuela Zen en China se fundó sobre la experiencia personal de iluminación repentina en la mente de Buda. Habían existido muchas escuelas de Budismo en China con muchas maneras de practicar y muchas enseñanzas. La religión tiende a volverse muy refinada y compleja, y esto puede ser hermoso y satisfactorio hasta cierto punto. Sin embargo también puede hacer que esta se aleje de las verdades sencillas y profundas sobre las que se construyó. Así que, en China, los primeros ancestros Zen hicieron hincapié en eliminar la complejidad para llegar a una experiencia real de iluminación que fuera transformadora. Este énfasis es bueno y malo a la vez. Es bueno porque acaba con el escolasticismo y nos lleva al corazón del asunto, a nuestra experiencia de vida, mas que a lo que dice en el libro. Pero es malo porque tiende a privilegiar un tipo de experiencia en particular, para hacernos esperar y anhelar ese tipo de experiencia y volvernos arrogantes, y por lo mismo confundidos en caso de que tengamos dicha experiencia. Tendemos a sentir que el propósito de la práctica es producir un tipo de experiencia particular y que una vez que tenemos esa experiencia la práctica se torna irrelevante. Pero para Dogen y para Suzuki Roshi, la práctica y experimentar la iluminación son la misma cosa. Cuando hacemos nuestra práctica estamos expresando nuestra iluminación y cuando encontramos la verdadera iluminación, naturalmente practicamos.

Suzuki Roshi llegó a San Francisco en 1959 para ser el monje de la comunidad japonesa-americana en el templo Sokoji. No llegó a San Francisco haciendo mucha bulla. No había carteles, ni artículos en la prensa, ni retiros, ninguna campaña propagandística. En lugar, mas bien él practicaba solo zazen por las mañanas y si alguien venía y le hacía preguntas acerca del Zen, nada mas respondía: “me siento por las mañanas, por favor venga a acompañarme”. Su práctica era la práctica de un sencillo sacerdote, lleno de sinceridad y fidelidad. A menudo hablaba de lo tonto que él era y de cómo su entendimiento no era muy bueno. Dijo que cuando él era niño, en el templo de su maestro, todos sus compañeros huían porque el maestro era tan estricto. Decía que él era el único que no escapó, no porque fuera tan bueno o tan fuerte sino porque él era el único que no se daba cuenta que podía escapar. Él siguió con su práctica diaria durante toda su vida, pasara lo que pasara. Y en su enseñanza él hizo hincapié en ese tipo de constancia y de fe. No un ideal, una filosofía o una creencia, sino nada mas la vida simple de una practica diaria. Él hizo hincapié en la rutina y la repetición. Enseñó que practicando una y otra vez sin esperar ningún resultado sino mas bien estando lo mas presente posible en ella, algo sutil sucedería. A diferencia de otros maestros de su época y de esta, el no viajó por doquier dando platicas y sesshin. El solamente permaneció en el templo atendiendo los asuntos del templo y su práctica. De cierta manera era un monje muy ambicioso, de lo contrario nunca hubiera venido a los Estados Unidos. Pero su ambición no era llevar a cabo grandes hazañas, si no simplemente tener una gran esperanza y una gran fe y llevarlas a su práctica diaria, con la confianza de que lo que tuviera que pasar sucedería naturalmente sin forzar. Él dijo una vez que la práctica es como caminar durante mucho tiempo bajo la llovizna. Uno puede caminar y caminar y nunca sentir que se está uno mojando pero cuando llega uno a su destino, uno nota que su vestimenta está empapada. También dijo, “si caminamos juntos bajo la llovizna y tu te impacientas conmigo y quieres adelantarte, está bien. Por favor hazlo”.

Entre más practico, más me parece que nuestra iluminación, nuestro entendimiento, nuestra libertad, están en nuestra fe, nuestra confianza, en nuestra naturaleza de Buda, la naturaleza verdadera de nuestro cuerpo y mente mas allá de la apariencia que tomamos en esta vida. No estamos buscando una experiencia o un conocimiento, solo la fe creciente de que la vida es la vida y la muerte es la muerte, y de que siempre estamos conectados con esto. Debido a esto, naturalmente queremos tener una práctica, honorar a Buda, hacer una ofrenda, cantar, sentarnos, ser amables con los demás y con nosotros mismos, y hacer todo sin hacer grandes alardes. Nuestra iluminación no es un estado o un logro, es una experiencia de fe de cada momento. Pienso que probablemente es cierto que otras enseñanzas y maestros pudieran ser mucho mejores que los nuestros, más bellos o sabios o coloridos o profundos. Pero realmente esto no importa. No estamos tratando de ser bellos o sabios o coloridos o profundos, solamente estamos tratando de tener una práctica durante toda la vida día a día con fe. Esa es toda la iluminación que necesitamos y en la simple actividad diaria de una práctica encontramos la iluminación por doquier.

A fines del mes pasado tuvimos un sesshin maravilloso, un sesshin en silencio, sin pláticas de Dharma, sin cantos, prácticamente sin entrevistas, sin ningún diálogo de ningún tipo. Sólo nos sentamos y comimos nuestros alimentos y levantamos todo y descansamos y en la noche nos fuimos a dormir. Y los maestros, en vez de estar cuidando la práctica de los demás, sólo se sentaron hacia la pared ocupándose de su propia práctica. Fue muy hermoso y descubrimos que no necesitábamos ninguna inspiración especial. El solo hecho de estar vivo ya era una gran inspiración. Una tarde durante ese sesshin iba yo caminando hacia mi cuarto y sentí los rayos del sol sobre mi hombro. Fue tan cálido y luminoso, casi tierno, casi delicioso. Casi rompí en llanto, era tan bello, y entonces entendí por primera vez un rezo judío que solía practicar de niño: decía algo así “bendito seas tú Señor que creas todo un universo de tiempo y que me has otorgado presenciar éste único y precioso momento”. Algo así. Así que esta es nuestra iluminación y yo no pienso que se trata sólo de Zen o de budismo. Se trata de la vida, la verdadera vida, la vida tal y como es.

La tercera característica de la enseñanza de Suzuki Roshi es “no apegarse a ninguna enseñanza.” A veces pienso que cuando uno lee las palabras de Suzuki Roshi y piensa sobre lo que está diciendo puede uno pensar que él era una persona un tanto falta de convicciones. A menudo no toma una postura definida sobre algo y, si lo hace, pronto dirá que lo opuesto también es cierto. Seguido utilizaba la frase “el otro lado,” y cuando yo empezaba a practicar, recuerdo a mi propio maestro, Sojun Roshi, que también usaba esa frase todo el tiempo. Solía decir, “el otro lado es…” Quería decir, bueno esta es una manera de ver las cosas, un tipo de verdad. Pero luego también está el otro lado, la otra manera de verlo. Ambas son ciertas y por lo tanto ambas también son falsas. A veces la gente se refiere a esto como al punto de vista no-dual. Sin embargo, ese término siempre me ha parecido excesivamente filosófico y dualístico. La no dualidad es muy dualística porque significa que sin dualidad es bueno y dualístico es malo. Pero lo dualístico también forma parte de la no dualidad. Lo verdaderamente no dualístico es a la vez no dualístico y dualístico. Estos son los tipos de pensamientos que surgen cuando uno utiliza términos como dualístico y no dualístico, y es por eso que a mí no me gusta usarlos. Suzuki Roshi entendía la idea de la no dualidad no como un concepto filosófico sino como una forma de ser. Lo entendía como libertad, como no estar atrapado por nada, no estar limitado por puntos de vista, ni siquiera puntos de vista Budistas o puntos de vista Zen. La práctica está mas allá de todo punto de vista. Incluye todo punto de vista y honra todo punto de vista pero no se apega a ningún punto de vista. Así que, a él siempre le interesó señalarle a la gente la naturaleza pegajosa de sus puntos de vista y alentarlos a que se despegaran de ellos. Existe una anécdota famosa sobre Suzuki Roshi de una ocasión en la que viajaba a la ciudad desde Tassajara con un estudiante que era un ferviente vegetariano. En aquellos días, y supongo que aun hoy en día, la gente tenía ideas muy fijas acerca de lo que era correcto o incorrecto comer, o bueno para uno o no bueno para uno. Cuando se detuvieron en el camino para almorzar en un restaurante, el estudiante se quedó muy sorprendido y con un reto ante él porque Suzuki Roshi pidió una gran hamburguesa. Seguramente término medio-crudo. El estudiante pidió una ensalada o algo por el estilo. Pero quedó aún más perplejo cuando llegó la comida y Suzuki Roshi tomó la ensalada y, sin decir una sola palabra, le puso enfrente la hamburguesa al estudiante. Yo no creo que esto quería decir que Suzuki Roshi desaprobaba el vegetarianismo. El no estaba en pro o en contra de ningún punto de vista en particular sino más bien de cómo uno sostiene sus puntos de vista: éste era el verdadero asunto para él.

Practicar el Camino es estar presente en cada momento, lo cual está mas allá del tiempo. Suzuki Roshi habló de esto una y otra vez. Cuando uno se aferra a puntos de vista, a cualquier punto de vista, uno crea un mundo fijo, un mundo de tiempo lineal, un mundo de sufrimiento y oposición. El no aferrarse a puntos de vista no significa que uno carece de convicciones, siempre y cuando el no aferrarse a ciertos puntos de vista realmente venga del corazón de la práctica de uno. Cuando la práctica de uno es fiel, está uno bien centrado en su propia vida, lo cual no está separado del resto de la vida. Desde ese lugar la verdad es clara, no es confusa. Pero la manera de expresar la verdad puede cambiar de acuerdo a las circunstancias. Cuando la práctica de uno es fiel, uno no se confunde entre la verdad y su expresión: uno conoce la diferencia y por lo tanto se mantiene firme con la verdad pero muy flexible con su expresión. Uno reconoce lo que es importante y lo que es trivial, lo que es realmente útil y lo que no lo es. Y aún si uno no sabe lo que es útil tendrá la paciencia y la confianza de seguir adelante de la mejor manera posible, sin confundirse, atorarse o perder su centro. Este tipo de práctica es algo sutil. Tiene más que ver con un sentimiento hacia la vida que con cualquier regla o doctrina. Una y otra vez Suzuki habló acerca de la inexistencia de reglas, de procedimientos indefinidos y de que aún cuando hay procedimientos definidos uno debe entender que éstos son totalmente fortuitos. Una de mis frases favoritas de Suzuki Roshi fué la respuesta a la pregunta: cual es la esencia del Zen. Él respondió: “No necesariamente”.

El domingo pasado hablé sobre las ocho características del camino de Suzuki Roshi y hoy quiero continuar esa plática. Como dije la última vez, mis ocho características son por supuesto bastante arbitrarias, y quizás cada uno de ustedes tenga su propia idea acerca de las características del camino de Suzuki Roshi y por supuesto, no serviría de nada tomar demasiado en serio mi idea o la de ustedes. Como en cualquier enseñanza, mis palabras pretenden ser tan sólo un aliento para inspirarlos, al menos eso espero, para que encuentren por sí mismos la manera de vivir su vida plenamente. De esto se trata, no de alguna idea sobre algo. En Pepino Torcido, la biografía que escribió David Chadwick sobre la vida de Suzuki Roshi, el cuenta la anécdota de Suzuki Roshi y la Sra. Ransom. Nona Ransom era una señora inglesa muy testaruda para quien SR trabajaba como mozo mientras estudiaba en la Universidad de Komazawa. Era una mujer encantadora, muy segura de sus opiniones y de su visión inglesa del mundo, y muy crítica de la manera japonesa de ver las cosas. Como buena racionalista y buena cristiana liberal consideraba el Budismo como una forma de superstición asiática rara y pintoresca. La señora Ransom tenía una estatua de Buda en su casa como objeto de arte. Ponía sus zapatos junto a ella en el tokonoma y este acto de falta de respeto molestaba al joven Shunryu Suzuki. Pero él sabía que no serviría de nada discutir sobre el tema con la Sra. Ransom, así que un día comenzó a hacerle ofrendas a ese Buda. No dijo una palabra, simplemente cada día a cierta hora le hacía una ofrenda al Buda de una taza de té y una flor, haciendo reverencias formales. La Sra. Ransom, como era de esperarse, estaba muy incómoda ante esta situación, pero Suzuki Roshi simplemente lo hacía cada día sin explicaciones. Finalmente ella no aguantó más, le pidió una explicación y él explicó porqué los practicantes budistas le hacen ofrendas a Buda. Después de este incidente ella cambió su actitud y comenzó a interesarse en el Budismo y finalmente a practicarlo. Este incidente fue crucial en la vida de Suzuki Roshi. Se dio cuenta de que no bastaba explicar algo sino que más bien era necesario hacer algo y hacerlo con constancia y fe. Y sólo entonces, pudiera ser que una explicación fuese útil. Entonces, si hay ocho o dieciocho características del camino de Suzuki Roshi, lo importante no es lo que pensamos sino lo que hacemos. El Zen siempre ha hecho hincapié en el direct pointing, el apuntar directamente a la naturaleza de la realidad. Esto es porque nuestra mente se interesa muy fácilmente en algo y luego esto mismo la confunde. Inclusive las ideas correctas y las enseñanzas excelentes pueden ser contraproducentes si no hay detrás de estas una experiencia ya vivida, una experiencia vivida que madura y se profundiza con el tiempo. En la práctica Zen ciertamente nos interesa la mente, los pensamientos y las ideas, pero intentamos que la mente no nos maneje. Intentamos tener la mente, el cuerpo y el corazón alineados y colaborando juntos. Intentamos no preocuparnos demasiado con ideas o enseñanzas complicadas. En realidad todas las enseñanzas son bastante claras cuando nuestra vida es completa. Cuando practicamos zazen tratamos de que la respiración, la postura, la actitud y el pensamiento, se alineen y formen una totalidad. Así que con esto en mente repetiré las ocho características del camino de Suzuki Roshi que mencioné la vez pasada:

No hay que tener expectativas, la practica diaria fiel es la iluminación, el no apego a ninguna enseñanza, no hay nada especial que hacer o entender, zazen es lo más importante en nuestra práctica, el verdadero zazen es todo en nuestra vida, la bondad y la dureza no son dos cosas distintas, una relación cercana y cálida con un maestro, entrega absoluta en toda actividad y poner mucha atención en los detalles de la forma ya que la verdadera felicidad se encuentra ahí.

La vez pasada hablé de las primeras tres características y voy a repetir brevemente algunas de las cosas que dije acerca de ellas para los que no estaban presentes, luego intentaré decir algo acerca de las otras cinco.

  1. No hay que tener expectativas: Todos llegamos a la práctica con expectativas: ser iluminados, volverse sabios o serenos, o incluso simplemente encontrar alivio a nuestro sufrimiento. Yo pienso que Suzuki Roshi apreciaba la intensidad que provoca nuestro anhelo por resultados, pero también vio que era esencialmente equivocado porque se basaba en el auto-aprecio en lugar de en la apreciación de nuestra naturaleza de Buda. Cuando apreciamos nuestra naturaleza de Buda tenemos confianza en lo que ocurre y no nos preocupamos por mejorar. Al final soltamos algo en vez de tener expectativas y al soltar podemos permitirnos aceptar cada momento tal como es, pase lo que pase. De esta manera podemos encontrar la felicidad bajo cualquier condición.
  2. La fidelidad a una práctica diaria: Suzuki Roshi no ponía énfasis en ser brillante o perspicaz, más bien enfatizaba la simple práctica diaria y constante. En su propia vida él era muy constante. Se sentaba con nosotros todos los días, llevaba una vida tranquila de templo y no viajaba mucho enseñando por aquí y por allá. Para él la iluminación se encontraba en la práctica diaria misma, no en experiencias espectaculares o descubrimientos profundos. Veía la fe dentro de la práctica como su propia recompensa, fe no en el sentido de creencia sino en el sentido de confiar en nuestra propia naturaleza verdadera.
  3. No apegarse a ninguna enseñanza. No hay nada especial que hacer o entender: Mi frase favorita de Suzuki Roshi fue su respuesta a la pregunta ¿cuál es la esencia del Soto Zen? Y él contestó, “No necesariamente”. Una y otra vez Suzuki Roshi hizo hincapié en que no existía una enseñanza fija, nada en lo absoluto que fuera identificado o definido como el único camino. Mientras que la verdad puede ser clara, la expresión de la verdad siempre está cambiando, momento a momento. Así que estar establecido en el Camino es tener conciencia y flexibilidad y no apegarse a nada. A pesar de que existen varias reglas y maneras de practicar no existen reglas reales o absolutas. Esto sería una pequeña revisión de lo que hablé la vez pasada.
  4. Zazen es lo más importante en nuestra práctica y el verdadero zazen es todo en nuestra vida: Suzuki Roshi definitivamente hacía hincapié en la práctica del zazen, tomar nuestra postura físicamente sobre el cojín. Y todos sus discípulos que enseñan el Dharma, ponen mucho énfasis sobre este punto. En este sentido él siguió el camino de Dogen. Dogen escribió en Zammai o Zammai: “Sentarse en la postura de meditación anima un cuerpo erguido, una mente erguida, un cuerpo-mente erguido, un ancestro Buda erguido, una practica de iluminación erguida, una coronilla erguida, un flujo de vida erguido. Cuando uno se sienta en la postura de meditación la piel, la carne, los huesos y la médula de un ser humano se energetizan inmediatamente en el Rey de los samadhis. El venerado del mundo siempre se sentó en esta postura de meditación y todos sus discípulos lo transmitieron correctamente. El venerado del mundo les enseñó a los humanos y a los devas cómo sentarse en esta postura de meditación. Es el sello de la mente transmitida correctamente por los Siete Budas Originales”. El Buda Shakyamuni se sentó en esta postura de meditación bajo el árbol bodhi durante cincuenta pequeños eones, sesenta grandes eones o innumerables eones inclasificables. Quizás se sentó durante tres semanas o quizás solo durante algunas horas. De cualquier manera el sentarse de Buda es lo que hace girar la prodigiosa rueda del Dharma; dentro de ella está su guía eterna. No hace falta nada, están aquí presentes todos los pergaminos amarillos y rojos de los Sutras. En este momento de permanecer sentado Buda ve a Buda; todos los seres alcanzan el estado de Budeidad. Así que nuestra práctica es muy sencilla, vergonzosamente sencilla. Se trata sólo de sentarse de esta manera, erguido, respirando y poniendo atención en nuestra vida. No hay nada más que eso y sin embargo todo está contenido dentro de esta práctica. De cierto modo ésta es una idea bastante extraña. Vemos a la verdad, la religión o a la espiritualidad como algo grande y misterioso y definitivamente no como algo físico. Sin embargo, Suzuki Roshi nos enseñó que la verdad es solamente sentarse de esta manera, de ésta manera particular. Y yo encuentro que esta enseñanza es bastante problemática porque podría parecer como si las personas que no son capaces de permanecer sentados y torcer sus piernas como nudo no puedan practicar Zen. Y ésta es una idea muy extraña, ¿no creen? Tener una religión en la cual una persona enferma, anciana o discapacitada no puede practicar. Algo aquí no suena bien. En una ocasión Suzuki Roshi regañó a una persona que tenía una actitud de superioridad porque se levantaba tempranito cada mañana para hacer zazen mientras su esposa permanecía en la cama. Le dijo: “si tu crees que tú te levantas a hacer zazen y tu esposa está dormida y no está haciendo zazen entonces en realidad tú no entiendes nuestro zazen”. El verdadero zazen no se limita a un estado mental o postura en particular. El verdadero zazen es la suprema realidad en sí y la realidad suprema es la esencia misma de cada momento de nuestras vidas. Sentarse fielmente es tomar conciencia sobre este punto, así que cuando nos sentamos, sabemos que todos los seres están sentados con nosotros. Y cuando nos levantamos del cojín sabemos que el sentarse continúa. Así que la sencilla idea de Suzuki Roshi sobre zazen, al igual que la idea de Dogen sobre zazen, es difícil de captar para nosotros. Quizás no se puede captar. Tenemos que practicar personalmente, específicamente, con este cuerpo, con nuestras piernas y brazos y pulmones y corazón, nuestro propio cuerpo, no solamente nuestra mente en todo su detalle. Y sin embargo, al hacer esto tenemos que apreciar que este cuerpo específico, en todo su detalle, no es solamente nuestro propio cuerpo. Es todo el universo. Así que en realidad sí tenemos que sentarnos a la manera de zazen. Yo pienso que no hay gran práctica de zazen si no hacemos zazen. Pero también tenemos que entender que zazen tampoco es en realidad zazen. Es solamente la vida, nuestra práctica es la vida.
  5. La bondad y la rudeza no son dos cosas diferentes: Suzuki Roshi tuvo un entrenamiento estricto en su juventud. Su primer maestro Gyokujun so-on era muy estricto. Hoy en día podríamos inclusive denominarlo como una persona abusiva y preguntarnos si algo andaba mal en él. Quizás lo enviaríamos a ver a un psiquiatra, o quizás Suzuki Roshi tendría que ir a un psiquiatra para resolver sus vivencias. Sin embargo, Suzuki Roshi lo quería mucho y sentía que su enseñanza y su rudeza fueron muy importantes para él. Yo recuerdo haber estado muy sorprendido hace algunos años cuando alguien me dijo que Suzuki Roshi insistía mucho en que el Centro Zen comprara una granja y que por eso adquirimos Green Gulch. La razón por la que quería que tuviéramos una granja era para que cuando los tiempos se tornaran difíciles y escasearan los alimentos, pudiéramos producir alimentos para nosotros y para otros. A mi manera de ver las cosas en una América nacida después de la segunda guerra mundial parecía casi inimaginable que llegara el momento en el que fuera difícil conseguir alimentos. Pero Suzuki Roshi conocía los tiempos difíciles, sabía lo que era no tener suficiente comida. En los primeros tiempos del Zen en China también hubo tiempos difíciles, el Zen fue reprimido, corrieron a los monjes de sus templos y hubo muchos levantamientos, revueltas y hambrunas. Así que Suzuki Roshi y la escuela de Zen misma se formaron en medio de las dificultades. Suzuki Roshi sabía que la vida Zen, que la vida humana, requiere de una gran fuerza. Pero dentro de esta fuerza se encuentra la verdadera bondad ya que la fuerza trae consigo constancia y la verdadera abundancia no es una emoción o un sentimiento, sino la habilidad de ver claramente y ser constante y esto requiere de una gran fuerza. No existe una bondad verdadera sin fuerza. Suzuki Roshi era muy querido por su bondad y el no se consideraba como un maestro estricto. Sin embargo, él entendía la virtud de ser estricto y había una gran fuerza detrás de su bondad. El no era dulce ni sentimental.
  6. Una relación cercana y cálida con un maestro: A casi todas las personas que tuvieron contacto con Suzuki Roshi les afectó profundamente dicha experiencia, y para mí es muy inspirador escuchar con qué calidez y cercanía hablan de él sus estudiantes incluso ahora, veintiocho años después de su muerte. El mismo tuvo varios maestros importantes durante su vida y confiaba plenamente en ellos. Como ya lo mencioné, su primer maestro So-on era una persona un tanto cruel y frecuentemente le negaba a Suzuki Roshi aquellas cosas que él tanto deseaba. Sin embargo, Suzuki Roshi siempre aceptaba sus instrucciones y se dio cuenta que el rendirse ante su maestro era el mejor entrenamiento. También sabía que So-on, a pesar de su manera ruda de ser, lo quería muchísimo. En el camino de Suzuki Roshi, se pone énfasis en la relación maestro-estudiante como una necesidad misteriosa mas sin embargo cálida. Sin esta relación la alquimia de la transformación no puede ocurrir. La enseñanza toma lugar no con palabras sino en una huella mucho más sutil, una comunicación casi física que se da en el compartir la vida diaria juntos. Un maestro Zen no es un gurú. El o ella es una persona común y corriente con la cual hay que confrontarse. El o ella tendrá varias orillas ásperas debido al karma. Al mismo tiempo la relación con su maestro no es la misma a una relación humana común y corriente. Es nuestra oportunidad para desarrollar una profunda fe y confianza en el Dharma. Confiamos en nuestro maestro no como una persona sino como el Dharma mismo. Cuando el maestro o maestra lanza su vida a la casa de Buda y cuando nosotros hacemos ese esfuerzo también, entonces ambos nos re-encontramos en la casa de Buda, no en nuestra propia casa. Así que es posible que tengamos, o no, todo tipo de problemas personales con nuestro maestro, pero si nuestro maestro es genuino y si nuestro esfuerzo es bueno, estos problemas personales no son tan importantes. Nosotros mismos encontramos la confianza en nuestra naturaleza de Buda a través de la relación con un maestro. Cuando confiamos en él o ella incondicionalmente, no como una persona sino como Buda, en otras palabras, como lo más legítimo de nuestro ser, entonces hemos hecho nuestro trabajo y siempre estaremos agradecidos a nuestro maestro, incluso en el caso de Suzuki Roshi y So-on en donde aparentemente no existía un gran afecto.
  7. Entrega absoluta en toda actividad: Suzuki Roshi seguido hablaba sobre la naturaleza del tiempo: de que no es un despliegue de cosas de una manera linear o acumulativa sino más bien la profundidad y consumación que ocurren a cada momento. Por lo tanto, practicar en el tiempo significa que debemos entregarnos plenamente a cada actividad, no importa cuál sea. Con frecuencia él utilizaba la palabra sinceridad para decir simplemente: realizar una actividad con energía y entrega total, sin importar lo que sentimos sobre dicha actividad. Zazen es el centro de nuestra práctica pero zazen es solamente ser uno mismo y ser uno mismo es estar presente en todo el universo en cada momento. Esta es la razón por la que todo lo que sucede, cada actividad en la que nos involucramos es decisiva y completa. Cuando abordamos el mundo con nuestra mente ordinaria inspirada por el ego, tenemos muchas evaluaciones sobre nuestra actividad. Esta actividad es buena, aquella es mala, esta actividad es interesante, aquella no lo es, esta actividad es más importante que aquella. Este tipo de evaluaciones absorbe nuestra atención y no podemos estar realmente presentes muy seguido en nuestra actividad. Y aún cuando estamos presentes existe el apego y el apego es como ponerse un par de anteojeras, solo vemos la mitad del mundo. Pero cuando intentamos poner atención en nuestras preferencias sin validarlas vemos que toda nuestra actividad es un campo de profundidad, que cualquier gesto o esfuerzo puede traer consigo la realidad en su totalidad. Esa es la razón por la que hacemos hincapié en el trabajo sencillo dentro de nuestra práctica. Vemos el trabajo como zazen mismo, como, podríamos decir, una forma de devoción o veneración, o una forma de ofrenda. Esto es especialmente claro cuando hacemos limpieza y Suzuki Roshi, durante su vida, llevó a cabo una práctica de limpieza. Hay una anécdota famosa de un día que llegó temprano a la asociación budista de Cambridge donde iba a dar una plática. Todo el mundo estaba ocupado limpiando el lugar para la llegada del gran maestro de Zen Suzuki Roshi. Pero, por error, él llegó con varias horas de anticipación y dejó a todos algo turbados. Él dijo, ¡Uy! va a venir el gran maestro de Zen, tenemos que preparar, y se quitó la ropa hasta quedarse en kimono y se puso a limpiar con todo el mundo. Para mí la práctica de limpieza es muy importante. Limpiar era algo en lo que yo nunca pensaba realmente, pero aprendí a través de mi práctica que cuando barro el piso en realidad estoy barriendo mi mente y todo el universo. Si puedo ordenar una esquina de mi recámara entonces frases enteras se ordenan. Hoy en día en nuestra práctica honramos las preferencias de las personas y entendemos que a veces es difícil para algunas personas hacer ciertas cosas y que quizás deban hacer otras cosas. Últimamente en el Centro Zen algunas persona a veces se niegan a realizar ciertas tareas que se les pide hacer y honramos esa negativa y sus razones. Pienso que está bien que hagamos las cosas de esta manera y que podamos tener compasión los unos con los otros de esta forma. Pero sería una lástima si olvidásemos que a fin de cuentas necesitamos liberarnos de las preferencias y entregarnos por completo a lo que sea que hacemos. Este es nuestro ideal, esta es nuestra meta. Así fue el entrenamiento de Suzuki Roshi y así fue como él nos instruyó.
  8. Poner detenida atención en la forma como medio de liberación: Suzuki-Roshi sufría cuando tenía que enseñarle a sus estudiantes (libres pensadores norteamericanos con inclinaciones individualistas) que tener la opción de elegir y expresarse por uno mismo, no es lo que aparenta ser. En realidad la verdadera libertad no se encuentra en poder ejercitar las preferencias de uno, sino en encontrar espacio y auto-expresión total dentro de cualquier forma que aparezca. Una vez dijo que cuando cada quien usaba la ropa que le gustaba y aparecía con su propio lenguaje corporal, era difícil para el ver la verdadera individualidad de cada persona. Pero que cuando cada uno se ponía su túnica negra y se sentaba sobre su cojín, exactamente de la misma manera, entonces se hacían evidentes las maneras en que cada uno era único. Esta parecería ser una afirmación paradójica pero, en realidad es totalmente cierta. Al soltar las preferencias, que de hecho son sólo hábitos y condicionamiento, nuestra verdadera, nuestra más profunda individualidad, nuestro propio giro particular en la naturaleza de Buda, puede manifestarse. Es con éste espíritu que Suzuki-Roshi hacía hincapié en la forma, de inclinarse correctamente, de caminar y estar de pie con el decoro apropiado, de acatar todas las formalidades del templo, desde el tocar la campana hasta ingerir los alimentos en oriyoki. El nos enseñó que hacíamos esto, no porque era la manera absoluta de hacer las cosas, la mejor manera, sino porque la práctica formal es para nosotros una vía para encontrar una gran apertura interior, una libertad más genuina de la que nuestro condicionamiento podría producir. Muchas personas encuentran que la práctica de Zen tiene un régimen muy estricto, demasiado tieso y formal. Pero nada más se ve así desde fuera, en realidad cuando el cuerpo es guiado por la forma puede haber un espíritu elevado por dentro, una verdadera libertad y una verdadera belleza. La práctica formal no es la mejor manera de vivir o la manera Zen de vivir, es únicamente una manera arbitraria de hacer las cosas. Pero yo no conozco nada más efectivo para ayudarnos a soltar nuestra profundamente condicionada naturaleza, que es la fuerza que nos une a nuestro sufrimiento. La práctica formal trabaja con el cuerpo al nivel más inconsciente, y si no nos encontramos a nosotros mismos ahí, pienso que va a ser muy difícil que encontremos nuestra naturaleza de Buda y la traigamos al frente de batalla en nuestras vidas. Suzuki Roshi hizo hincapié sobre esto en una época en los Estados Unidos en la que dominaba la expresión personal desenfrenada. Él tuvo que tener mucha paciencia con los hippies y con otras personas que llegaban al zendo con sus propias ideas de cómo vestirse, caminar y sentarse. Pero él era muy paciente y siempre le divertía lo que la gente hacía. No era una persona cerrada y yo creo que él apreciaba la gama de colores con que la gente tomaba la practica formal. Sin embargo, él sabía que había mucho sufrimiento en medio de esta supuesta libertad de la gente y sabía que la única manera de mostrarles esto era ayudarlos a encontrarse a sí mismos con las formas de la práctica. Así que con constancia y con una voz amable animaba a la gente una y otra vez.

Traducido por Eugenia Doniz (Xalapa, México) donizvinaver@hotmail.com