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Acerca del Trabajo en Zen

By: Norman Fischer, Zoketsu Norman Fischer | 01/01/1997
Location: Tassajara Zen Center
In Topics: Everyday Zen
Zoketsu habla de la historia del trabajo y de la práctica del trabajar en Zen desde la China antigua hasta nuestros días. Se ofrecen sugerencias concretas para involucrarse en el trabajo como práctica espiritual.
Acerca del Trabajo en Zen
por Zoketsu Norman Fischer

Publicado en “Turning Wheel,” la revista de “Buddhist Peace Fellowship” (Fraternidad Budista para la Paz).

Pai Chang era el Maestro Zen que se hizo famoso por haber establecido las reglas monásticas del Zen. El siempre había insistido mucho en trabajar todos los días. Aún cuando ya era viejo, persistía en lo mismo, hasta que un día los monjes, sintiendo lástima por él, escondieron sus herramientas. El Maestro dijo, “Yo no tengo virtud. ¿Porqué deben los demás trabajar por mi?” Entonces, se negó a comer y dijo, “Un día sin trabajo es un día sin comer.” Este refrán se hizo muy famoso en los círculos Zen y hasta la fecha las escuelas Zen se reconocen por su práctica de trabajo.

Una vez Yun Yen preguntó a Pai Chang: “Todos los días hay trabajo pesado que hacer. ¿Para quién lo haces?” Contestó Pai Chang: “Hay alguien que lo necesita.” “¿Porque no dejar que él lo haga por sí mismo?” insistió Yun Yen. “No tiene herramientas,” dijo Pai Chang.

Si de veras consideras ¿qué es lo que significa la palabra “trabajo”? verás que lo es todo-el hecho de estar vivo y estar dentro de un cuerpo ya es trabajo. Todos los días hay que comer, cagar y limpiar algo. También hay que bañarse, lavarse los dientes y limpiarlos con el hilo dental. Todos los días hay que pensar, cuidar a alguien, crear algo. De modo que no hay forma de escaparse del trabajo-está en todas partes. Para los estudiantes del Zen, no hay separación entre la hora de trabajar y la hora de descansar: nada más existe el transcurso del día, el transcurso de la noche y el transcurso de la vida. El trabajo es algo profundo y lleno de dignidad-es para lo que nacimos y lo que más nos llena.

Aún dentro de la noción convencional de lo que es trabajo, hay muchos diferentes tipos de trabajo. Hay trabajo administrativo, trabajo de oficina y trabajo emocional. Claramente, todos estos tipos de trabajo son importantes y útiles, pero en la práctica religiosa, especialmente en Zen, se le da un lugar especial al trabajo físico y a la dignidad del trabajo físico.

Me siento un poco apenado por estar hablando acerca del trabajo físico, porque no lo hago en estos días, ni tampoco lo he hecho mucho en el transcurso de mi vida. Cuando era joven, no le veía mucha utilidad. Pero quizás la cosa más importante que he aprendido a través de los años en mi práctica Zen, sea apreciar el trabajo físico y honrarlo como una práctica especial. De modo que, aunque no tenga una gran habilidad como trabajador, espero que sí tenga un buen espíritu para el trabajo. La mayor parte del trabajo físico que hago hoy en día se trata de trabajo casero: lavar los trastes y tender la cama, sacar basura, hacer abono, recolectar material reciclable. Además, siempre disfruto nuestros períodos de trabajo en el templo-trabajando juntos en la hortaliza temprano por la mañana, pasando la azada, o cavando en el jardín, o sembrando papas, o los largos períodos de soji que tenemos cada mes.

Creo que en Green Gulch somos afortunados de tener tanto trabajo que hay aquí. Este trabajo nos une y hace de nosotros una verdadera comunidad. Hay muchos lugares donde se puede hacer retiros y sesshin, pero es distinto cuando una comunidad no tiene verdadero trabajo que realizar en conjunto. Cuando existe un verdadero trabajo físico, esto nos hace luchar juntos y entre todos crear un espacio. Y luego, este espacio nos inspira a diario en nuestra práctica, ya que sabemos que hemos trabajado para crearlo.

En Green Gulch sí tenemos un buen trabajo básico: el cuidado de la tierra, el cultivo de las flores y la comida que la gente realmente va a comer, creando un buen suelo y haciendo agricultura y horticultura sostenibles. También tenemos la práctica de cocinar y de limpiar después. Tenemos la práctica de ocuparnos de nuestros huéspedes-tender las camas, limpiar la casa de huéspedes, hacer que los espacios se sientan cálidos y hermosos. Además, tenemos el trabajo muy fundamental de cuidar las instalaciones físicas-asegurar que las cosas invisibles, tales como las aguas negras y aguas potables, así como las visibles, como los edificios, y caminos, y coches y camionetas estén en un estado funcional cuando las lleguemos a necesitar. Todos estos tipos de trabajo son verdaderamente maravillosos. No podríamos pedir un trabajo más sencillo o más significativo.

No hace mucho que di un taller de poesía de un fin de semana en Green Gulch. Uno de los asistentes, un hombre grande, jubilado, que había vivido una vida plena, estuvo muy conmovido por ese fin de semana, pero su conmoción no tenía nada que ver con la poesía. Lo que lo conmovió, dijo, fue el sentimiento que tuvo en relación a nuestra comunidad. Dijo que se quedó muy emocionado por la forma en que se cuidaba la casa de huéspedes, la forma en que se cuidaba el comedor, la calidad de la comida, la manera en que la gente lo trataba a él y, aparentemente, a sus compañeros. Dijo que había entrado en la cocina a medianoche y encontró ahí pan fresco con mantequilla que le fue libremente ofrecido-¡eso verdaderamente lo impresionó! Dijo que después de pasar toda su vida trabajando dentro de organizaciones, se había vuelto bastante cínico, que había visto muchas organizaciones que empezaban con un gran idealismo, pero muy pronto se decaían en batallas por el territorio y en las distintas variedades comunes de mezquindad y malicia, y él tenía el punto de vista muy fuerte que todas las organizaciones tenían que ser así. De modo que lo sorprendió mucho su sensación de que nuestra organización era, de alguna forma, diferente. No me molesté por mencionarle que nosotros también tenemos nuestras batallas por el territorio y nuestra mezquindad, pues nuestra vida aquí en Green Gulch no es tan diferente de la que hay en otras partes. Sin embargo, creo que hay otra cosa que sucede en Green Gulch, que proviene de nuestro compromiso con el camino de bodhisattva, un compromiso que no es solo teórico o emocional, sino que esta fundado en la actividad cotidiana de nuestro trabajo compartido.

Me gustaría distinguir entre dos formas de la práctica de trabajo. Una se trata del trabajo como meditación y la otra se refiere al trabajo como un acto de generosidad, o como amor o, quizás, sencillamente, como una ofrenda.

Trabajo como meditación se da cuando el trabajo que estas haciendo es muy sencillo y repetitivo, y puede involucrar una práctica de meditación que uno hace mientras trabaja-como por ejemplo estar consciente de tus manos y pies, o de tu herramienta conforme esta se mueve, o del ritmo de tus movimientos durante el trabajo. La mayor parte del trabajo físico involucra algún tipo de sentido de ritmo o de sincronización. Cuando logras entrar en este ritmo y fluir con él, puedes trabajar con mucha eficiencia y al mismo tiempo estar muy relajado. Ahí entras en algo más que los pensamientos en tu cabeza o tus distracciones y quejas. Trabajo como meditación también puede involucrar pausas periódicas durante el trabajo, para recolectarte a ti mismo-regresar a tu respiración, o detenerte por un momento para volver al momento presente cuando tu mente está divagando. En algunos de nuestros lugares de trabajo tenemos la costumbre de tocar una campana para traernos de regreso al presente. Al igual que en zazen, puedes estar consciente de tu mente mientras trabajas y seguir intentando regresarla a tu tarea actual, aún cuando no hay ninguna campana, ni tampoco una pausa especial. Este tipo de trabajo no se trata de mucho pensar, planear o conceptualizar. No hay preocupación por la cantidad de lo que estás produciendo, aunque sí intentas hacer lo que tu haces de una manera eficiente y bella, sin prisa. Este es el tipo de trabajo que hacemos durante los períodos de trabajo en los sesshin o durante los períodos soji. Esta forma de trabajar-barriendo las veredas o trapeando los pisos, cortando leña o cargando madera-es un verdadero gozo y nos puede dar una noción totalmente nueva de lo que significa el trabajo. No se trata de apresurarte para lavar los trastes o vaciar los botes de composta para llegar más rápido a hacer algún trabajo más importante, lo cual solía ser mi forma de ver el trabajo físico antes de empezar mi estudio del Zen. En vez de eso, se trata simplemente de apreciar el trabajo por lo que es-un profundo compromiso con nuestra vida. Durante nuestros períodos de entrenamiento monástico en Tassajara, tenemos una costumbre de asignar la limpieza de los excusados al monje superior. El monje (o monja) superior es una persona muy honrada durante el período de práctica y el hecho de asignarle esta tarea es una manera de afirmar que incluso este trabajo, que puede parecer indigno, es un trabajo especial cuando se practica con el espíritu de meditación.

Hay varias formas importantes de practicar con este tipo de trabajo. Una forma importante es trabajo silencioso. Cuando trabajamos en silencio, nos involucramos más completamente en el proceso de nuestro trabajo-ya sea observándonos a nosotros mismos y trabajando con mayor claridad, o simplemente trabajando más eficientemente y con más ánimo. El trabajo silencioso no es estrictamente silencioso. Trabajo silencioso significa que está bien hablar acerca de la tarea-en dónde dejamos algo, o en dónde podemos conseguir algo, o cómo podemos hacer algo. Pero, durante el trabajo silencioso no nos involucramos en conversaciones ni charlas de tipo social. Hay oportunidades para eso también, pero si todo el tiempo charlamos durante el trabajo, no llegaremos a apreciar la profundidad del trabajo, ni tampoco apreciaremos cuán maravilloso es charlar juntos.

Segundo, tenemos las reverencias al principio y al final de cada actividad. El empezar una sesión de trabajo en conjunto con incienso y con una reverencia nos ayuda mucho a recordarnos de que estamos trabajando juntos-aunque nos separemos para ir a diferentes sitios-y nos ayuda a recordar que nuestro trabajo es una ofrenda.

Luego, tenemos la limpieza y el cuidado de nuestras herramientas. Si hacemos un montón de trabajo con prisa y no dejamos tiempo para cuidar nuestras herramientas o para hacer limpieza, entonces cuando volvamos a trabajar de nuevo, no podremos empezar bien. Vamos a tener que buscar algo que hemos dejado en un lugar equivocado, o sentiremos asco al ver tanto desorden. Es bueno empezar cada sesión de trabajo con un buen orden en nuestro espacio y nuestras herramientas. Se nos puede hacer difícil cumplir con esto-de hecho este es uno de los problemas más fuertes en mi trabajo personal. Me hago bolas y me desvío y no dejo las cosas en un buen estado cuando termino de trabajar, y esto empieza a crecer como una bola de nieve. Pero si tengo muy claro cuáles son las consecuencias de esto-me deja en un estado de confusión aún más grande. De modo que estoy trabajando duro sobre esto en mi mismo y definitivamente sí se está mejorando. En realidad es muy importante tener un sentido de haber terminado algo antes de continuar con una nueva actividad. Aún cuando no hemos podido terminar una tarea, sí podemos tratar de llevarla a un punto donde hay una sensación de clausura, a una etapa particular, y por lo menos podemos tomar un momento para considerar hasta dónde hemos llegado antes de proceder a otra cosa. No se trata de simplemente dejar caer una tarea y brincar a otra, y esto incluye la limpieza y el mantenimiento de nuestras herramientas.

El segundo tipo de práctica de trabajo-trabajo como un acto de generosidad o como ofrenda-no es tan sencillo como el anterior, y a veces no es tan relajante. La característica esencial del trabajo como ofrenda no es el “cómo” del hacerlo-puede haber una multitud de formas de llevarlo a cabo dependiendo de la situación,-sino que aquí el factor clave es la actitud y el propósito subyacentes en el trabajo. Nuestro trabajo sí es una ofrenda: lo estamos haciendo en beneficio del Buda, del Dharma y del Sangha, es decir en beneficio de los demás. De modo que, el trabajo como ofrenda es una forma de quemar el ego en la actividad del trabajo. Simplemente entregándose por completo, sin retener nada. Ahí no existe un sentido de ser observador, ni de estar haciendo práctica alguna. Sólo haces lo que haces completamente, con un buen espíritu. Esto me recuerda la historia de Pai Chang. Trabajamos duro porque hay alguien que lo requiere. ¿Quién es este alguien? Podemos decir que son todos los seres, podemos decir que es la misma realidad, podemos decir que es el Buda, pero ninguna de estas respuestas es totalmente precisa. Alguien lo requiere, y quizás sea mejor decir que no sabemos quién es este alguien. ¿Porqué es que esa persona no puede hacerlo por sí mismo? Porque nosotros somos sus herramientas. Nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra vida entera son sus herramientas. De modo que nos clavamos en nuestro trabajo con vigor y con gozo. En este tipo de trabajo puede haber mucha planeación y organización y una preocupación acerca de cuánto dinero ganamos o cuánto trabajo logramos hacer. Pero nos preocupamos por todo eso no porque queremos volvernos ricos o famosos o conseguir una promoción, sino porque amamos al que necesita que trabajemos, y queremos hacer el mejor trabajo posible para esta persona. Así que, este tipo de trabajo es un poco difícil, y tenemos que cuidarnos bien a nosotros mismos en el proceso, pero al mismo tiempo es muy fascinante, porque cada tarea requiere un distinto tipo de esfuerzo, y tenemos que descubrir qué tipo de esfuerzo es el adecuado para cada caso particular. De modo que es difícil pero muy interesante. Y siempre necesitamos reflexionar sobre nuestra actitud y ver cómo vamos. El estar quejándonos mucho o estar sintiendo que estamos trabajando demasiado duro, o sin alegría, son señas de que se nos está olvidando ofrendar nuestro trabajo-nos estamos cayendo en la perspectiva convencional sobre el trabajo como algo que se hace para ganar dinero o para conseguir una promoción, perspectiva que no sirve a nadie. Esto quita el gozo al trabajo. Nos hace sentir insatisfechos, apresurados; nos desgasta. Ninguna cantidad de dinero ni prestigio justifica que desperdiciemos nuestro tiempo precioso, nuestra vida preciosa, en hacer algo que no nos tiene importancia. Necesitamos sentir que estamos escogiendo trabajar porque un ser humano trabaja para aquel que lo necesita. Esto es lo que hace un ser humano. Los peces nadan y los pájaros vuelan; los seres humanos trabajan. Esto es nuestra vida y nuestra alegría.

Como algunos de ustedes han de saber, he estado investigando la posibilidad de abrir un restaurante en un nuevo centro comercial en Marin City, cerca de Green Gulch. Creo que este acercamiento Zen al trabajo es importante para todos, no solo para los estudiantes del Zen, y sobre todo para aquellas personas quienes no tienen la opción de escoger los trabajos más creativos en nuestra sociedad. Los trabajadores sociales dicen que no es suficiente rehabilitar a un drogadicto o sacar a alguien de la cárcel-la persona necesita tener esperanza, y eso significa tener trabajo. La visión para el restaurante es que este brinde trabajo a la gente de Marin City, y que eventualmente la gente de Marin City lo opere y sea su dueño.

Pero la verdad es que el mero hecho de tener un trabajo no es suficiente para darle a uno una verdadera esperanza. Muchos ex-convictos sí consiguen trabajo, sin embargo terminan por regresar a la cárcel, porque aunque tengan trabajo, no tienen una visión de cómo pueden hacerlo de tal manera que les dé recompensa. Si no puedes ver cómo encontrar recompensa en tu trabajo, entonces será natural que sientas que alguien se está aprovechando de ti, y ese trabajo se volverá, no en una fuente de esperanza, sino en otra forma de sentirte denigrado y explotado. Me imagino un restaurante en el cual cada trabajador puede practicar haciendo una ofrenda. Cuando hacemos ofrendas de todo corazón, siempre recibimos más de lo que damos. Recibimos nuestra libertad y nuestra dignidad.

El otro día estaba manejando y pasé por un jardín en construcción en Mill Valley. Todos los hombres que estaban trabajando en el jardín eran latinos. Y eso me hizo acordar que en la mayor parte del mundo occidental la gente blanca es la que dirige y gestiona, mientras las personas de color hacen el trabajo físico. Lo vi en Israel cuando estaba ahí de visita hace varios años, y en los países europeos la situación es igual. Todos pierden en una situación como esta. Los gerentes comienzan a desarrollar la idea de que el trabajo físico está abajo de su dignidad, y para los obreros, su trabajo se empieza a cargar de una sensación de inferioridad. De modo que los gerentes pierden sus cuerpos y su conexión con las tareas concretas que sostienen sus vidas. Se vuelven abstractos e ideológicos, sin una base firme. Y los obreros físicos pierden su sentido de dignidad y de ser dueños del trabajo que hacen. Este tipo de situación social no puede ser saludable. ¿Cómo puede haber justicia si los gerentes no son capaces de entender ni de apreciar a los obreros? Y ¿cómo pueden los obreros superarse y desarrollar sus capacidades si no tienen un sentido de dignidad con respecto a su trabajo?

El entrenamiento que hacemos en conjunto a través del trabajo físico en lugares tales como Green Gulch es muy importante no solo para nosotros mismos, sino también en un contexto más amplio. A medida que vamos adquiriendo distintos e importantes conocimientos, tales como la cocina, la limpieza, panadería, carpintería, plomería, agricultura, jardinería, también aprendemos a apreciar la belleza del trabajo físico y a desarrollar una actitud y un entendimiento del trabajo que nos va a acompañar a lo largo de nuestras vidas.

Traducido por Oleg Gorfinkel (Xalapa, México) oleggorfinkel@yahoo.com.mx

© 2001, Norman Fischer